Siempre se tiende a pensar en que para conseguir una buena
iluminación, cuantas más luces mejor. Personalmente creo que es un error. Si lo
que buscas es conseguir una iluminación que te narre lo que en esa escena está
sucediendo creo que es muy necesario pensar o visualizar como te imaginas tu lo
que está pasando.
Quiero centrarme en contaros como realicé la sesión con la
genial Pamela Piedrahita. Pamela es una niña absolutamente buenísima
trabajando, se nota que conoce su acting y sabe sacarse partido… con ella es
facilísimo trabajar (o al menos a mi me lo pareció) ya que enseguida sabe lo
que andas buscando y lo da todo.
El escenario para nuestra sesión era una habitación de hotel
con un estilismo en negros realizado por Gisela Cid y el maquillaje de la mano
de Ana Lahoz ( otras dos cracks con las que siempre trabajo, como ya comenté).
La habitación del hotel estaba bien pero no era nada del otro mundo, una
decoración clásica pero compensaba con la fuerza que tiene Pamela.
Para iluminar tan solo tenía los reflectores de 1,80m y un
flash de mano. Yo contaba con aprovechar el gran ventanal que tenía la
habitación y rellenar con los reflectores, pero empezó a llover y nos quedamos
sin luz. Saqué el flash de mano con la intención de utilizarlo pero situándolo
fuera de la cámara y el receptor estaba estropeado. Con el flash montado en la
cámara la iluminación era tan irreal que me negaba.
Recuerdo que miré alrededor y vi que en la habitación habían
como cuatro lamparillas de noche con una mampara blanca. Esa era la clave. Las
dos de las mesitas ya las tenía encendidas porque sabía que ayudaban a realzar
el entorno, así que con la estancia ya iluminada con esas dos, cogí una más y
la utilicé para iluminarla a ella. Entonces todo tuvo sentido.
Esta es una de las fotografías finales:
Aquí podéis ver la iluminación que había en la habitación,
con imágenes captadas con el móvil:
En esta sujetaba yo la lamparilla para darle una luz en concreto, pero en la imagen que os he enseñado arriba era Marián Lucas (una gran amiga, asistenta y fotógrafa) la que me ayudó a sostener la luz y dirigirla:
A la hora de editar la imagen, lo “lógico” quizás hubiese
sido regular la temperatura de color y eliminar el “amarillo” , pero me pareció
que reinterpretar esos tonos cálidos quedaba mejor, por lo que conservé la
temperatura de color original e incluso la aumenté para conseguir algunos
tonos. Es cierto que tengo la suerte de disparar desde hace unos meses con una
Nikon D800 y pude elevar el ISO sin problema alguno ya que esta cámara es una
todoterreno! No puedo estar más contenta con ella. El objetivo, como casi
siempre, era mi amado 50 mm f/1,4.
Creo que lo importante siempre (como en la vida) es no
dejarse deslumbrar por los grandes equipos o las grandes luces… casi siempre
menos es más.
Espero que os guste la foto!
Laura.